miércoles, 23 de febrero de 2011

Herejes

Los dos cuerpos sabían muy bien cómo era la cosa, así fue, que después del maravilloso sexo, nos amamos un ratito, felices de no tener miedo a enamorarnos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Condenado a perpetua


Todo vuelve a girar alrededor de Julio. ¿Lo bueno? Es la reaparición de la última desaparición a la que había sido sometido, la mediática. Sin expectativas, por parte de quien escribe, que vaya a perdurar o que obtenga al menos un tratamiento adecuado. ¿Lo malo? Es la falsa ilusión a la que se somete a los familiares y a un pueblo entero que lucha día a día contra las órdenes del monopolio de olvidarse del compañero y, por supuesto, los oportunistas de siempre y los de turno también.
La desaparición de Julio López debería recordarnos lo lejos que estamos aún de una sociedad más justa, libre y solidaria con la que soñamos día a día y muchas veces olvidamos que la ofensiva que el campo popular está llevando adelante en los últimos años de su historia está enmarcada aún en una defensiva a casi 30 años de vaciamiento total, cultural, ideológico, estatal y sobretodo político. Debería recordarnos que no estamos solos, que no se construye poder popular sin construir resistencia corporativa y, la gran deuda que se mantiene con los aparatos represivos del estado en todos sus niveles. Debería recordarnos, todos los días, que lo viejo siempre se resistirá a morir y lo nuevo nunca podrá nacer solo, o nace a la fuerza, impulsado por el pueblo, o muere en el intento.
¿Y la deuda?
La deuda, en su mayor parte, en la más importante, no es del Gobierno Nacional. NO, NO ES DEL GOBIERNO NACIONAL. Es del pueblo. Un pueblo que tiene que terminar de entender el momento histórico por el que atraviesa nuestra Amérika Bonita, que no puede estar ausente de este proceso, que tiene que entender la cohesión interna que se necesita para avanzar en eso que algunos sectores compañeros de la izquierda llaman: "Desmantelar el aparato represivo del estado". Es ridículo pedirle al gobierno nacional, desde la platea, que resuelva este problema. Es ridículo porque el nivel de cohesión interna actual en el país es más que insuficiente. Es imposible, con las estructuras de poder que existen hoy sanear, de la noche a la mañana, las policías federal; provinciales; las mafias de la droga y la prostitución ligadas a sectores públicos. Otra vez, lo nuevo no va a nacer mientras lo estemos mirando desde lejos.
La anulación de las leyes de Obediencia Debida y el Punto Final, la entrega a los organismos de Derechos Humanos de la emblemática ESMA (hoy declarado sitio mundial de la memoria por la UNESCO); la creación del Ministerio de Seguridad y la designación de Nilda Garré al frente del mismo; la convicción inquebrantable de NO reprimir jamás; la disposición de la ministra que no permite a la policía llevar armas a las manifestaciones; los avances en legislaciones contra la violencia de género; la renovación de las cúpulas policiales y del ejército; los nuevos planes de estudio de las escuelas militares, son entre otras medidas logros innegables en este sentido. Por supuesto que no es suficiente, pero parece demasiado y la derecha no estará tranquila mirando desde los mismos palcos que muchos progresistas parecen haber alquilado. Por eso resulta difícil comprender, para quien desde este teclado juega al periodista, que muchos sectores compañeros aprovechen la desgraciada desaparición de Julio para atacar al gobierno y dejar de lado a los sectores que nos odian por igual y que son al fin y al cabo los responsables de éste y otros actos similares, sectores que también los hay dentro de las estructuras gobernante, nadie lo niega, pero la pendejada de que todo es igual, todo es lo mismo, a esta altura de las circunstancias sólo es aceptable en la magnífica obra del Indio Solari. Porque a fin de cuentas, Julio desaparece el 18 de septiembre de 2006 cuando se dirige a las audiencias de alegatos en el juicio oral que se realizó en La Plata y por el que fue condenado a reclusión perpetua el ex Director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz, por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar. Sí, condenado a perpetua durante el gobierno de Nestor Kirchner.
*Nota de opinión escrita para el número 5 de la revista Ornitorrinco