lunes, 17 de agosto de 2009

Ni las bengalas, ni el Rock & Roll

"Porque no mato, ni violo, ni estafo.
Hago rock, que es lo siento
y lo único que se hacer" S. F.

Ya no importa cual sea finalmente la sentencia que los Callejeros reciban en apenas unos días, la justicia está hecha, grabada, y no sólo en discos. Si el desprevenido lector, aunque sea por un segundo, supone que estas miles de cifras codificadas en ascii son producto de una lectura imparcial de la situación, y si además es lo que espera leer, le pediré entonces que abandone auomáticamente la lectura. Porque el autor admira profundamente la poesía que Santos Fontanet derrama y comparte hace ya casi quince años. Y más aún admira la fuerza para seguir adelante, la voluntad, la sinceridad de esta gente, porque son eso, gente, que no tiene problemas en mirar a los ojos a la estatua de la entrada -que tiene los ojos tapados, porque se cansó de ver a quienes hoy, ayer y siempre, la están violando-, cada vez que son citados.

Del dolor que seguramente invade a los familiares de las víctimas y a los integrantes del grupo no podré decir más que: Nada. Porque la magnitud del mismo, estoy seguro, escapa a mis sentidos. Que con ese dolor a cuesta, la banda haya grabado 2 discos más; haya realizado recitales constantemente, no sin saltear obstáculos obvios, y no tanto, que abogados, mafias y otras hierbas le hayan sorteado en el camino; que las letras de las canciones, no sólo no pierdan calidad, sino que además traten estos temas con una madurez y a la vez con una sensibilidad realmente insuperable; que cualquier observador mediocre note la intensidad con la que el Pato canta cada canción arriba de un escenario; que durante todo el proceso judicial hayan cumplido con cada disposición de la justicia y hayan mantenido el respeto por las víctimas y sus familiares, aunque ésto no sea siempre recíproco, merece al menos, estas lineas.

“Los afiches a la barra siniestra ya no le sirven más” suspira Mas allá, lamentablemente, esto no es cierto. A la barra siniestra todo le sirve, no tiene límites, está en todas partes, y a diferencia de Dios, se deja ver. Porque su poder y su respeto se basa en el terror, y corazón que no ve... Los que se toman la mejor; los dueños de la pelota; los que la cortan; brillan por su ausencia en los tribunales, al menos en esta causa. Nada cambió con la masiva venta de droga en los boliches, que contrario a lo que piensa la mayoría, el mejor negocio está en los antros más caros, donde la “elite” de nuestra burgesía tiene una buena excusa para cambiar dinero, penas, estres y algo de la presión familiar por gramos y pepas. Nada cambió del fabuloso y aberrante negocio de la trata de blancas. Nada con los sobornos a escalas de cientos de miles de pesos. Ninguno de estos negocios del padrino, que atiende en cada comisaría, ha cambiado desde la tragedia de Cromañón y las palabras que custodian al miedo no parece que se fueran a callar.

¿Y entonces? ?¿Qué sería lo peor? Ni inocentes, ni culpables. Lo peor sin duda sería que algún familiar de alguna víctima sienta que se haya hecho justicia cualquiera sea el veredicto sobre la banda. Entonces, y sólo entonces, todos nuestros pibes habrán muerto en vano, y sería sin duda la peor de las injusticias. Que la búsqueda de la verdad, el grito ¡No más corrupción!, la exigencia de justicia y la movilización del pueblo se encierren junto a la carne de cañón sería sin lugar a dudas, una derrota irrecuperable.